Editorial: Más lectura en Popayán

Estas bibliotecas que están hoy al servicio de los payaneses deben ser patrimonio de los ciudadanos. Nuestra labor es hacer un uso consciente de ellas, protegerlas y demostrar que estas inversiones sí valen la pena.

En Popayán y, en general, en el Cauca, las personas leen muy poco. Esto es un hecho irrefutable. Según la Encuesta Nacional de Lectura realizada por el Dane (2018), la capital caucana ocupa los últimos puestos en el número de libros que se lee anualmente por persona en el país, lo que la ubica como una de las ciudades en las que menos se lee. De acuerdo con estas cifras, los payaneses, en promedio, leyeron 4,9 libros, mientras que en Medellín fueron 6,8 y en Bogotá, 6,6. En Tunja, por ejemplo, la cifra de libros leídos por año fue de 6,5, mientras el promedio de lectura nacional es de 5,8 libros por año. Y la mayoría de los que reportan leer un libro lo hacen por tratarse de obligaciones académicas.

Muestra de este gran déficit es la falta de equipamiento en las bibliotecas, en especial al interior de las instituciones educativas. Además, la poca promoción que deberían hacer las secretarías de Cultural y de Educación (tanto a nivel municipal como departamental) de las que ya existen como la del Banco de la República es la prueba del desinterés institucional por promover la lectura que prevaleció durante décadas.

Frente a esta realidad destacamos esfuerzos como los de las bibliotecas ‘Tejiendo Sueños’ en la Comuna 9 de la capital caucana y la Biblioteca Municipal en el norte de la ciudad, que buscan, casi de forma aislada y con poco apoyo gubernamental, fomentar el arte y la lectura mediante continuos talleres de lectura para población infantil a través de los hogares comunitarios y desarrollo de programas con adultos mayores, niños y niñas, jóvenes; dándole la oportunidad a las personas para que adquieran habilidades y destrezas en el desarrollo emocional.

Sin duda, estas son iniciativas necesarias desde hace muchos años en Popayán. El gran reto ahora es que trascienda a esta administración y que esta gran inversión perdure a pesar del cambio de administración que vendrá el próximo año.

Los recursos para la cultura han sido por años la presa favorita de los corruptos y el último lugar en la lista de prioridades de inversiones de los gobiernos. Estas bibliotecas, además de las que ya existen con participación de organizaciones privadas, que están hoy al servicio de los payaneses deben ser patrimonio de los ciudadanos. Nuestra labor es hacer un uso consciente de ellas, protegerlas y demostrar que estas inversiones sí valen la pena.