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    Editorial: La pólvora, peligro latente

    6Afortunadamente, ese prejuicio cultural y social de que en diciembre, el estallar de los voladores y los juegos pirotécnicos, se generaba una sensación de alegría, y se evocaban recuerdos de antaño, está desapareciendo. Aquello de que el olor de la mecha y el tote quemado transportaban a las navidades de antes, es simplemente otro recuerdo más.

    Y es que no podemos olvidarnos de que las inofensivas chispitas mariposas dejaron de ser atractivas para los más pequeños y que eso de sentirse capaz de encender un volador o incluso de experimentar otro tipo de maniobras peligrosas, año tras año viene generando consecuencias desastrosas en el país, incluyendo al Cauca, departamento que el año pasado registró 54 personas lesionadas por las explosiones de la pólvora.

    Para nadie es un secreto que la pólvora constituye un grave peligro para todos los habitantes, así se diga que solo se trata de los inofensivos fósforos de Bengala, o los chorrillos ornamentales, o las velitas romanas, que según algunos alegran las noches de diciembre. Porque no puede haber alegría, ni jolgorio, ni distracción, ni regocijo y mucho menos una larga noche de encuentro y de familia, cuando una “chispita” o un juego artificial mal utilizado puede convertir aquello en una fecha de dolor, de angustia y de recuerdos imborrables.

    Todos los años por esta época, muchas alcaldías expiden decretos que prohíben la fabricación, almacenamiento, venta, transporte, uso, porte y tenencia de cualquier tipo de fuegos artificiales, luces pirotécnicas, pólvora fría, globos y similares; y establece severas sanciones para quien incumpla la norma. En Popayán aguardamos que la administración municipal emita la normatividad respectiva, ojalá también con una buena campaña educativa a bordo.




    Precisamente, ponderamos las campañas preventivas que ya adelantan entidades como la Defensoría del Pueblo, la Secretaría de Salud Departamental y las más reciente la del Cuerpo de Bomberos de Popayán, ente que además de las advertencias por el potencial peligro, pide a padres de familia y adultos, que a los niños no se les deje acercar a estos elementos explosivos.

    Ahora, la ciudadanía está llamada a entender que, además de la expresa prohibición por disposiciones legales, a nivel nacional, regional y local, es un riesgo manipular elementos que pueden salir defectuosos o que detonados y lanzados por inexpertos terminan convertidos en una amenaza para el amplio espectro comunitario: niños, ancianos, personas enfermas e hipersensibles al ruido, y las mascotas y la fauna alrededor. Hay que agregar que, junto con los globos de mecha, la pólvora es un potencial causante de incendios.

    Más allá de solicitar lo que siempre se pide año tras año, que no sobra, como lo es que ningún padre de familia les compre pólvora a sus hijos, el llamado debe ser a la clase dirigente, quienes han sido ambiguos con la reglamentación de la pólvora. No solo los más pequeños se queman, sino también adultos que jamás han experimentado con ese tipo de artefactos y que no tienen el cuidado que amerita el caso.

    Las mascotas, especialmente los perritos, sufren con el estallido de los voladores, y esa es otra consecuencia, que valdría la pena considerar. No está de más, recordarle a quienes tienen mascotas, que, por estos días de diciembre, le pongan mayor atención, no los dejen sueltos en lugares donde puedan escapar asustados, y mucho menos en balcones y terrazas.

    La pólvora es una dinámica muy bonita, y una tradición de décadas, pero sin duda, no es para cualquiera, y eventos como el cumpleaños de Jesús, o las quemas en los centros comerciales, se convierten en una oportunidad para que sean los profesionales quienes garanticen un bonito y cuidadoso espectáculo.

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