Editorial: Semana Santa en Popayán

LOGOCon la tradicional procesión del Viernes de Los Dolores, inicia en forma, el evento más importante del año para Popayán. Se trata de la celebración de su tradicional Semana Santa, que congrega a peregrinos y turistas motivados por participar de sus desfiles sacros, que ya son reconocidos no solo por su solemnidad y belleza, sino porque son un Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad.

A esta opción se le suma el 53 Festival de Música Religiosa que se matiza con el bello escenario de templos y patrimonio arquitectónico que se puede recorrer y disfrutar, así como una amplia oferta cultural y gastronómica que hacen de este un destino especial y un escenario fundamental para la economía local.

La Ciudad Blanca de antaño, tierra de próceres y presidentes abre sus puertas para acoger a las miles de personas que la visitan. El agite en los templos y calles, el olor a incienso y el esplendor de las fachadas y calles por estos días indica que todo está listo para cumplir la cita anual.

La ciudad avanza en su desarrollo de infraestructura y por eso la administración municipal diseñó un plan de peatonalización del centro histórico y una serie de rutas alternas para la movilidad vehicular que debe acatarse para evitar mayores inconvenientes. Son los retos para avanzar a la comodidad de quienes nos visitan para llevarse el mejor recuerdo de nuestro Centro Histórico y otros sitios de interés aledaños.

Una vez más damos la bienvenida a todos, propios y visitantes que arriban a esta capital a nombre de una ciudad que abre las puertas de sus tesoros más valiosos para el disfrute colectivo, que expone toda su cultura y tradición con el mismo orgullo y entusiasmo de antaño.

Por eso también nuestra invitación al comportamiento respetuoso frente a las celebraciones sacras y el deseo de que la hospitalidad sea la nota predominante de cualquier anfitrión y autoridad a cargo, para que el ambiente sea propicio para el recogimiento, el descanso y la espiritualidad de la época.

Detrás de los vericuetos de la organización previa de los espacios públicos y patrimoniales y el ajetreo de pasos, cirios, cargueros, sahumadoras, músicos y bandas, está el alma de una ciudad llena de historia que no ha desfallecido frente a la adversidad, que se ha levantado de la tragedia de los terremotos y otras causas y se muestra con orgullo de nuevo al mundo.

Que todos lleven al regreso de Popayán en su memoria la dulce nostalgia que evoca el caminar por las calles del centro histórico en las noches de procesión, con el olor a incienso y a cera de laurel, el sonido de la matraca, los misereres y el réquiem, el sabor del maní y la granadilla del quijo y tantos otros detalles únicos de la Ciudad Blanca y su Semana Santa.

Es necesario que los payaneses valoremos lo que tenemos. No sirve de nada regocijarnos al interior de nuestras marcas fundamentales. Debemos pregonarlas, anunciarle al mundo que tenemos nobles causas que nos identifican ante propios y extraños. A veces somos demasiados conformistas y no hemos aprendido las lecciones que nos da la historia y que otros pueblos saben utilizar para influir en su desarrollo.

Con seguridad que si caemos en cuenta de lo que nos pertenece podremos aprovecharlo para mejorar la suerte de los que aquí habitan y de las generaciones que tienen el compromiso de proseguir la tarea.

Popayán y el Cauca los espera.