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    Editorial: La vulnerable economía de Popayán

    Recientemente el Dane dio a conocer una información que no requiere de expertos para descubrirla, pero que en la actual crisis y expresada con cifras e indicadores resulta aterradora: la economía de Popayán está basada en micronegocios. Pero iríamos más allá y tendríamos que decir que en esos análisis debería de incluirse el subempleo, que en palabras castizas significa que el rebusque es una de las principales fuentes de empleo y dinamizador de la vulnerable economía local.

    De acuerdo con las cifras oficiales, existen en Popayán algo más de 20 mil micronegocios, la mayoría de carácter informal, como quiera que más del 60 % carece de RUT, más del 75% no tiene Cámara de Comercio y una cifra similar no posee acceso internet y algo más de 10% de estas unidades aportan a salud y pensión.

    Del total de estos negocios, el menos del 15% desarrollan su actividad en un local, un consultorio o una oficina; los demás funcionan en las viviendas de sus dueños, son a domicilio o son ambulantes. En cuanto a generación de empleo, las cifras no son muy alentadoras. Menos del 10% de este tipo de negocios tiene empleados; los demás operan por cuenta propia, es decir, que el propietario del negocio trabaja solo o con la ayuda de familiares, pero no contrata empleados remunerados.

    Esto significa que un considerable número de familias payanesas se encuentran en condiciones difíciles para obtener sus ingresos; con un ingrediente adicional, como se trata de actividades informales, sus negocios se encuentran fuera del alcance de las promocionadas ayudas estatales, como seguros de desempleo y subsidios a la nómina.

    Esta apabullante realidad nos demuestra la inexistencia de políticas públicas para industrializar la ciudad y generar empleos dignos. Los gobiernos promocionan el emprendimiento, pero estas iniciativas no se acompañan de recursos ni de asesoría, no se promueve la asociatividad  y los pequeños negocios son tratados por el Estado con el mismo rasero de las grandes empresas, en materia de impuestos y obligaciones.

    Intentos de industrialización surgen en todas las campañas a cargos de elección popular, pero al final, ‘el papel aguanta todo’ y dichas iniciativas quedan en el aire escrituradas en los planes de para gobernar de la mayoría de los candidatos y de quienes se quedan con los cargos populares. Desde hace un par de décadas, la ciudad busca apostarle a las actividades relacionadas con el comercio a través de la construcción de grandes centros comerciales, pero debemos tener presente que esta fue la rama de la economía más duramente golpeada por la pandemia; además, el empleo que genera este sector no es de calidad y tiene una alta tasa de rotación. El otro gran empleador de la región es el Estado, pero no tiene muchas posibilidades de crear nuevos puestos de trabajo y esos cargos se manejan con criterio clientelista.

    Como dirían los abuelos, hoy confinados y excluidos, a grandes males, grandes remedios. Necesitamos que nuestros dirigentes aprovechen las actuales circunstancias, no para enriquecerse individualmente, sino para corregir el rumbo y crear políticas y estrategias acordes con las circunstancias: que utilicen recursos para determinar cuáles son las apuestas productivas fructíferas, cómo mejorar y garantizar la prestación de servicios públicos de manera que la ciudad sea atractiva para la inversión, determinar cuáles son los sectores de la producción que se deben fomentar y cuáles son los que definitivamente no sobrevivirán o cuyo futuro es incierto. De lo contrario, seguiremos condenados a la miseria y la incertidumbre.

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