Editorial: La contaminación visual política

Comienza entramos a la etapa final de las campañas políticas y al interior de las organizaciones proselitistas y publicitarias, esta suele ser una fase de movimientos intensos, propuestas audaces y no pocas decisiones erráticas definidas por el nerviosismo propio de la situación.

Es hora de que tanto candidatos como campañas y agentes publicitarios, se acerquen a las nuevas formas de difusión política y superen los anacrónicos esquemas de hacer política que son algo así como aparatos depredadores que poco a poco van afectando todos los rincones de la ciudad. Es tal la contaminación visual, que ya no hay poste o muro que tenga una publicidad alusiva a un candidato.


Sin duda la misma situación se vive en todo el Departamento, pero algunos sectores de Popayán son víctimas principales de esta situación, por cuanto aquí se concentran y actúan las más de 30 campañas a la Cámara de Representantes y el incontable número hacia el Senado, con personajes reconocidos, propios y foráneos. Son un gran número de estructuras dedicadas casi las 24 horas del día a hacer promoción de sus candidatos. Lo peor de todo es que apenas comenzaron las lides proselitistas en busca de los legisladores nacionales y apenas se están asomando las de Presidencia y Vicepresidencia de la República, de seguro otra etapa llena de publicidad visual invasiva

Destacable eso sí, que el Centro Histórico, por lo menos aquel rodea al Parque Caldas haya sido respetado -a la fuerza claro está-, porque de lo contrario tendríamos todo un mercado de persa de carteles, lávaros, pasacalles y quien sabe cuántas formas más de publicidad tragándose a las bellas edificaciones coloniales de nuestra capital caucana.

Lo bueno de esta realidad puede ser el que se vea de qué manera amplia y libre se mueve la democracia en Colombia, pero lo que definitivamente no es bueno es que la acción de las campañas políticas en lugar de fomentar la democracia, engrandecer la política y entusiasmar a los electores, termine consiguiendo más bien la saturación de los ciudadanos y el acoso permanente y descarnado a que se ve sometida la gente cuando transita por las calles de la ciudad o, incluso, cuando está dentro de sus propios hogares.

No son pocas las quejas de la ciudadanía por la contaminación visual provocada por vallas, pasacalles, murales, pendones, pancartas, afiches y toda clase de medios con los que se invade el espacio público.

Esperamos que los candidatos, así como ensuciaron la ciudad, salgan en la semana siguiente cuando termine esta larga campaña, a limpiarla, dejándola tal como estaba cuando comenzó toda esta danza millonaria de la publicidad sin cuartel en busca de los esquivos votos.