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    Ecos de una marcha

    GUILLERMO ALBERTO GONZALEZ MOSQUERA

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    Los cálculos de los expertos dan que un 80% de los marchantes de la semana pasada en las diferentes ciudades de Colombia, eran jóvenes menores de 25 años, la mayoría estudiantes de las instituciones de educación superior del país, incluyendo al Sena. ¿Por qué marcharon tan masivamente y lograron captar la atención nacional? En mi larga carrera pública no había visto proporciones semejantes, con excepción de la marcha anti Color de Melo, en São Paulo, que precipitó la caída del presidente brasilero en 1993. Las dos marchas, las de Brasil y Colombia, tienen semejanzas, pero también sus diferencias. Las de Brasil estaban encaminadas a pedir la destitución del presidente, no así las de Colombia que fueron más encaminadas a protestar por una serie de aspectos que en rigor no están bien manejados o no tienen los recursos suficientes para dejar contentos a los jóvenes, a mi entender. Existe un mar de fondo para la protesta en Colombia, que no trata de tumbar al presidente de la república, sino que va más al fondo del asunto para pedir un cambio en las políticas generales que no coinciden con las de los marchantes.



    Así las cosas, seria óptimo anticipar la asignación de los recursos en el presupuesto, que no se pueden distribuir dando gusto todos a los sectores, sino otorgando prioridades a la lucha anticorrupción, a la educación y a la reforma de la Justicia. Si a estos tres asuntos se les concede la atención prioritaria, habrá una sintonía del Gobierno con lo que está pidiendo la juventud agrupada en las marchas de las semanas anteriores. Así se demore la ejecución de obras de infraestructura, estas no pueden anticipar lo que ocurre en materia de corrupción para ejecutarlas, lo mismo que en la administración de Justicia, en la que el país tiene un retraso aterrador. La educación debe ser trasversalmente una inversión que se clama a gritos. No importa que el índice de desarrollo humano asigne hoy un puesto a Colombia superior al del año anterior ni que tengamos avances innegables en acceso de la mujer a la educación superior. Los índices de educación siguen siendo deficientes, como lo prueba el resultado de las pruebas Pisa publicadas recientemente y en las que el país se raja en la calidad y en las materias como matemáticas e idiomas, hoy indispensables en la vida moderna. La calidad de la vida humana se tiene que medir por la educación y esta última debe transformarse de manera que responda a los llamados de una sociedad que, masivamente, responda a los requerimientos de las marchas.

    El doctor Diego Molano, Director del Departamento Administrativo de la Presidencia, ha dicho que es el actual gerente del paro, es decir que la protesta llega al presidente Duque por intermedio de Molano, quien a pesar de su inteligencia es persona ingenua, por decir lo menos, en sus planteamientos. Se va por las ramas al manifestar que la masa de negociación es una conversación nacional, un poco a la manera del desgastado diálogo que ha dado pésimos resultados en otros sectores como el laboral, que debe sacar adelante el salario mínimo. No quiere esto decir que el Comité Nacional se comprometa a hacer reformas como lo pide el paro, pero no puede tampoco desconocer que el incentivo económico para el empleo es más importante que el numero al que se acuerde en el Comité para el Salario Mínimo.

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