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    Donde se movía el progreso hoy hay abandono

    Por la antigua carrilera se vive con zozobra la cuarentena que está poniendo en riesgo la estabilidad de las familias.

    Por Alexander Paloma

    Reportero Gráfico de EL NUEVO LIBERAL

    Cerca del alambrado al frente de su casa, viendo pasar algunos conocidos, se alistaban a recoger una ropa puesta a secar porque se avecinaba una nube negra que amenazaba con llover.

    En la periferia, en uno de los lugares más recónditos de la ciudad, más específicamente en la parte más al occidente de la planicie donde se construyó el Barrio Bello Horizonte, por donde muchos años atrás pasaba el ferrocarril humeante impulsando la economía de la región, hoy habitan personas de bajos recursos con la necesidad de tener un lugar donde llegar a descansar y proteger sus cuerpos de la inclemencia del clima cambiante de Popayán

    Es allí donde la mayoría de las casas son hechas con retazos de madera, pedazos de lámina retorcidos, adecuados como techo; puntillas oxidadas que han sido reutilizadas para sostener travesaños o incluso para mantener en pie camas que fueron encontradas en las calles de la ciudad.

    Es de eso de lo que vive Guillermo Castro, un hombre que de no ser por la cuarentena saldría a recorrer las calles de Popayán junto a su esposa para rebuscarse que llevar a su familia, constituida por ellos dos y tres hijos. Ellos, recolectan materiales desechados pero reutilizables que les da el sustento de cada día pero debido a la emergencia sanitaria por la que atraviesa, ya esta semana están viendo como sus pocos recursos escasean. Almacenaron algo de reciclaje, pero ya no hay nadie que se lo compre; las bodegas donde lo intercambia por unas monedas están cerradas por el aislamiento preventivo en el que está la ciudad.

    Con algunos de sus vecinos en medio de lo que antes fuera la carrilera, se detienen a conversar de cómo está la situación y en la que todos concuerdan en la dificultad para poder solventar sus necesidades.

    Los niños entran y salen de la vivienda, juegan y comparten. Cuando ven llegar un extraño se acercan, miran atentos y están pendientes de la conversación. No es común que alguien pase y se detenga a preguntar por la vida de este grupo familia. Algunos de los infantes con tapabocas, mantienen sus distancias, sin embargo, entre ellos se abrazan y junto a sus padres, posan para la fotografía. Una de las niñas no desampara a su gato, sea cual fuere el oficio que tenga que hacer hay esta con su peluda mascota; es el reflejo del cariño y apego que le tiene.

    La responsabilidad para Guillermo es grande ya que tiene que cumplir con el arriendo del rancho en el que vive. Y pese a las marcadas necesidades que atraviesa él y los suyos, no está incluido en ninguno programa de apoyo estatal, pero además, no sabe si va ser uno de los beneficiados con los recursos destinados para solventar las necesidades de la cuarentena. No hay donde pueda consultar porque no tiene Internet y no hay salas por donde vive; pero peor aún, no tiene los conocimientos para hacerlo.

    En la calle se reúne con sus vecinos y conocidos, con asombro les dice no saber qué hacer pues cada día que pasa se hace más difícil.

    Lo fuera la antigua carrilera al norte de la ciudad hoy es el lugar del asentamiento El Chamizal.

    El Chamizal, como se conoce este asentamiento, es lugar de habitación de personas desplazadas, trabajadores informales, entre ellos albañiles, coteros; personas que viven del lavado de ropa o hacer aseo en casas. Sus ingresos diarios han sido afectados por la crisis, quieren poder salir a trabajar, solo esperan que esto sea algo pasajero.

    Guillermo Castro, su familia y aproximadamente doscientas personas más que habitan el sector están esperando contar con la ayuda que están entregando los cuerpos de socorro coordinados por la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos y Desastres. Desean ser tenidos en cuenta.

    Hasta la fecha ninguna organización de apoyo a poblaciones vulnerables ha hecho presencia en el sector.

    En tiempos de crisis se conoce el carácter de la gente, los amigos, los conocidos, los vecinos, todos viven su propia historia, algunos se aíslan de las realidades de las demás. En ese sentido parece que mantienen las distancias que hoy por recomendación da el ministerio de Salud.