Día de las Madres

JESÚS ARCOS SOLANO

[email protected]

Cada año, el Segundo domingo de mayo, se celebra en el mundo entero, el DIA DE LA MADRE; ese ser que encierra en su humanidad; amor, bondad, respeto, tolerancia, humildad, dulzura y todas esas excelsas cualidades, que Dios, en su misericordia, supo otorgarle.

No debería ser un día en el año; deberían ser todos los días del año, para en justicia, por todo el bien que irradia, rendirle el debido homenaje que un ser como ella, merece. Dios depositó en ese ser maravilloso, toda su generosidad.

Deseo, de corazón homenajear a mi madre, que ya disfruta de la presencia de Dios; y en su nombre, a todas las madres de Popayán, del cauca, de Colombia y del mundo; transcribiendo un fragmento del poema BRINDIS DEL BOHEMIO, del poeta Guillermo Aguirre y Fierro:

Brindo por la mujer, mas no por esa,

en la que halláis consuelo en la tristeza,

rescoldo del placer, ¡desventurados!

no por esa, que os brinda sus hechizos,

cuando besáis sus rizos

artificiosamente perfumados.

 

Yo no brindo por ella, compañeros,

siento, por esta vez no complaceros,

 brindo por la mujer; pero por una,

por la que me brindó sus embelesos

y me envolvió en sus besos:

por la mujer, que me arrulló en la cuna.

 

Por la mujer, que me enseñó de niño

lo que vale el cariño,

exquisito, profundo y verdadero,

por la mujer que me arrulló en sus brazos

y que me dio en pedazos,

uno por uno el corazón entero.

 

¡Por mi madre! Bohemios, por la anciana,

que piensa en el mañana

como en algo muy dulce y muy deseado,

porque sueña tal vez, que mi destino

me señala el camino

por el que volveré pronto a su lado.

 

Por la anciana adorada y bendecida

por la que con su sangre me dio vida

y ternura y cariño,

por la que fue luz del alma mía

y lloró de alegría, sintiendo mi cabeza

en su corpiño.

 

Por esa brindo yo,

dejad que llore, y en lágrimas desflore

esta pena fatal que me asesina.

dejad que brinde por mi madre ausente,

por la que llora y siente

que mi ausencia es un fuego que calcina.

 

Por la anciana infeliz, que gime y llora

y que del cielo implora,

que vuelva yo muy pronto a estar con ella,

por mi madre, bohemios,

que es dulzura vestida en mi amargura

yen esta noche de mi vida, estrella

 

El bohemo calló. Ningún acento

profanó el sentimiento,

nacido del dolor y la ternura,

y pareció que pobre aquel ambiente

flotaba inmensamente

un poema de amor y amargura.