Desarrollo urbano, urbanismo y ciudadanía

CARLOS E. CAÑAR SARRIA

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Las ciudades modernas van ligadas a los procesos de desarrollo económico. Cuando las circunstancias lo ameriten, deben conservar su patrimonio arquitectónico tradicional, pero también es cierto que no pueden menospreciar los cambios sociales que permitan resolver o atender las demandas y necesidades de la población. Proceso que no puede estar exento de innovaciones tecnológicas, de apertura de industrias y de empresas que garanticen incentivar el empleo, el comercio, en fin, no se puede descartar la idea de un progreso gradual y seguro como resultado de una efectiva planificación y de concertación de objetivos urbanos.

El municipio colombiano como unidad administrativo-territorial es el escenario donde los habitantes realizan sus actividades cotidianas y donde mediante la participación activa expresan su dimensión polìtica. En las ciudades modernas la gran mayoría de habitantes se encuentra marginada de los procesos de gestión y toma de decisiones, no obstante existir mecanismos legales de participación. El ciudadano en estas condiciones, termina convertido en una abstracción. A los mandatarios locales les corresponde velar para que la vida de sus habitantes sea grata y reconfortante. Y para que lo sea, los alcaldes deben responder en lo posible oportuna y eficazmente las expectativas de la población.

La ciudad como entidad territorial está considerada como la casa del hombre. A los habitantes hay que hacerles grata la existencia para que no se torne miserable y tediosa. En estas circunstancias se forman ciudadanos que les caracterice el amor por su ciudad, se les genera el compromiso de cuidarla, de luchar y estar compenetrados con ella. Políticas públicas de empleo, creación de empresas y microempresas, unas instituciones educativas pertinentes a las localidades, centros de salud acordes a la dignidad de las personas, espacios abiertos para el deporte y para las actividades lúdicas, bibliotecas, parques, etc. ; elementos que resultan reconfortantes para los habitantes. Si algo tiene de ventajoso los gobiernos municipales es la posibilidad de proximidad con la población. Oportunidad para que se le escuche y comprometa. Saber qué quieren y qué pueden hacer los habitantes. Desafortunadamente, pocos mandatarios locales aprovechan esta ventaja y prefieren gobernar a espaldas de la población. En esta medida, la relación Estado-sociedad se hace más conflictiva.

El alcalde moderno permanece poco tiempo en su despacho, prefiere recurrir a las comunidades para darles la cara, reconoce los problemas para concertar, concretar soluciones y compartir responsabilidades. El mandatario moderno, delega lo necesario y sabe prever, porque la previsión lo conduce a la acción.

Los procesos de modernización implican cambios sustanciales en la dinámica económica y en el comportamiento ciudadano. Problemas citadinos como el desempleo, la inseguridad, la congestión del tráfico vehicular, las basuras, el mal estado de las calles, el déficit de viviendas, la violación del espacio público, el desplazamiento forzado, el crecimiento demográfico, el alza y la mala calidad de los servicios públicos, el ruido y la contaminación ambiental, entre otros indicadores, impiden la felicidad de los habitantes. Felicidad que puede lograrse si hay voluntad política de los gobernantes y compromiso ciudadano. Una política urbana puede tener su origen en distintos puntos de la sociedad. No se concibe aquí la política en términos partidistas, sino que tiene que ver- tal como lo plantea Curtis Robert Glick- “con la formulación e institucionalización de los lineamientos conceptuales y programáticos mediante los cuales se pretende orientar las actividades pertinentes al desarrollo urbano”.

Las ciudades modernas deben convertirse en un mundo de oportunidades y posibilidades. En escenarios donde la gente quiera estar. También hay que preservarle o procurarle la estética a las ciudades para hacerlas atractivas y estimulantes física y psicológicamente.

Coletilla: El Consejo Orden Gran Cauca de la Asamblea Departamental, recientemente otorgó la condecoración “Cruz de Comendador Gran Cauca, grado de Caballero” a la Universidad del Estado, ESAP en reconocimiento al valioso aporte a la administración pública regional. Felicitamos a esta importante universidad en cabeza de su director, Alexander Huila Ramírez y a toda la comunidad esapista.