Decidir la jornada continua

LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS  

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Lentitud de vacada para implantar la jornada continua en entidades públicas, que desde 2013 se escucha en Popayán, y hasta ahora nada. El centro de la ciudad colmado de vehículos, motos, ruidos y humos, se volvió un camino feo, difícil de transitar y peor si es para hacer trámites, que van como al ritmo de las vacas desayunando húmeda yerba, razón por demás para no cortar la jornada laboral.

La parsimonia de los funcionarios en trámites con el Estado y en algunos privados, es incomprensible en épocas de rapidez informática, es como si pasaran las decisiones por tantos ojos, como las reses su alimento por los cuatro compartimientos que tiene su estómago, con regurgitación incluida, numerosos funcionarios públicos demoran meses para sacar una respuesta.

Es cierto que dichos funcionarios, según me comentó uno de la alcaldía municipal, tienen a muchos encima de ellos, por ejemplo dijo él, para pedir una resma de papel, se necesita por normatividad interna que lleve ¡siete chulitos para recibir la entrega! Tramitomanía dentro y fuera de la oficina. Qué diremos de gestiones de los usuarios que desesperamos viendo que es medio día, la hora de atención termina, entonces quisiéramos detenerlos, traerles galleticas, lechona, o guiñarles el ojo, cualquier cosa para no volver en dos horas.

Cinco días después encontramos de sopetón la lentitud vacuna, nuestros papeles reposan en el mismo lugar de aquella oficina. Salimos, y la caótica movilidad en el centro nos paraliza. El pico y placa es insuficiente. Muchos conductores se pasan leyendo la revista Motor, con la baja de precios adquieren otro y ¡listo! los vehículos viejos se dejan para el día restringido. En Popayán ¡se compran 100 carros al mes! Los propietarios de autos parecen prohibirse caminar. ¿O será por los pésimos andenes, o no andenes que hay?

Existen trabajos que requieren el vehículo a diario, como la construcción, transporte, provisión de alimentos, etc., pero nos aterra el trancón, sin darnos cuenta que al no llevar mínimo a otra persona, causamos tal congestión y contaminación. La urbanidad actual debería incluir apoyo entre vecinos, formando grupos que se turnen para transportarse en auto particular, como sucede en algunas ciudades europeas.

Los motociclistas son otro cuento, no creen en la pachorra de las vacas, muchos van a toda, pa’ donde sea, van en contravía o se suben en los andenes sí su adrenalina no aguanta.

La jornada continua ayudaría a descongestionar las vías, andenes y filas en las oficinas. Favorece a la gente que viene del campo. La DIAN, El Registro de Instrumentos Públicos, y la Cámara de Comercio la implantaron con buenos resultados, con horarios de 7 de la mañana a 4 de la tarde. Hacen turnos al medio día para almorzar. Hay otras entidades que tienen horarios extendidos.

Los oficinistas no tendrían disculpas para ausentarse en horas laborales, habría espacio para hacer compras u otras actividades después de las cuatro de la tarde. Dedicarían más horas a la familia y la lúdica. Se incrementaría el empleo en los restaurantes. No todo el mundo saldría ni regresaría a la misma hora.

Buena iniciativa. Claro que es más fácil seguir como estamos, rumiando decisiones.