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    Charla sobre el libro ‘Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza’

    La politóloga y escritora Clara Inés Chaves habló de su obra frente a este tema vigente en el país, luego de exponerla en la pasada feria de libro realizada en la capital caucana.

    “El país quiere la paz, y pide a gritos seriedad e implementación de los acuerdos de paz, también exige al Estado que cumpla con sus funciones propias de un estado social de derecho, liberal y democrático e incluyente”: Clara Inés Chaves. Suministrada / El Nuevo Liberal.

    Usted vino recientemente a la feria de libro en Popayán y presentó su obra ‘Justicia Transicional, del laberinto a la esperanza’, ¿dígame cuáles fueron las motivaciones que tuvo para escribir esta obra?

    Fueron varias. La primera, mi padre, quien era abogado y político, fue víctima de la violencia bipartidista. En sus relatos, mostraba que ese fenómeno acarreó injusticias, impunidad, dolor, atraso y miseria al país y a sus ciudadanos. Todo ello, me hizo tomar conciencia, no solo de los deberes que tenemos los colombianos para la lograr la reconstrucción del país, sino la necesidad de edificar una identidad nacional o nacionalismo. Estos episodios de violencia no pueden volver a suceder, y urge la necesidad de contribuir de alguna manera en esta reconstrucción y toma de conciencia, no debemos matarnos entre nosotros mismos, por ninguna razón.
    La segunda razón, es que no podía entender cómo se perdió el plebiscito por la paz ese domingo 2 de octubre de 2016, más aún cuando diferentes gobiernos habían buscado una negociación con las Farc que condujera al éxito de la misma, para acabar con el conflicto armado y la violencia que el mismo genera.

    Uno de los debates más agudos en los países en los cuales se han aplicado estos modelos de justicia transicional o de justicia restaurativa es el punto de equilibrio entre las exigencias de la justicia y los requerimientos de la paz. ¿Cree que en los Acuerdos de Paz con las Farc se alcanzó ese punto de equilibrio o, como afirman algunos, la JEP va a ser una fuente de impunidad?

    La justicia transicional no es sinónimo de impunidad, por el contrario. Las fuentes de esta justicia se encuentran en el Derecho Internacional Público, es decir, en los DD.HH. y en el DIH.

    De igual forma, en el caso de que el Estado no implemente la justicia, y exista impunidad, se puede activar la Corte Penal Internacional.

    De otra parte, si bien es cierto que existe una disputa por llamarla de alguna manera, entre la justicia como tal, con la paz, entendida esta dentro de un contexto político, es decir: qué tanto debe la justicia ceder a la paz; también es cierto que la paz es un derecho fundamental, el cual lleva implícito otros derechos concatenados como el derecho a la vida, a la propiedad, es decir a otros derechos de primera y segunda generación.

    Otro debate agudo es la necesidad de un equilibrio entre los derechos de las víctimas de ayer a la verdad, la justicia y la reparación, pero, igualmente, en la necesidad de pensar en los derechos de las potenciales víctimas del mañana. Y muchos creen que el acento debe ser puesto, ante todo, en estas últimas, pues, lo más importante es intentar cerrar el ciclo de la violencia para evitar que crezca y crezca el número afectados. ¿Qué opina?

    El tema fundamental es que nosotros como sociedad podamos identificar cuáles fueron los victimarios originales, pues dentro de las masacres que conocemos y la violencia en general que se generó dentro del conflicto armado, observamos que solo se conocen victimarios secundarios. Es decir, existe un Pedro Pérez que cometió tal masacre y con ello se dio el desplazamiento de la población, y estas tierras fueron a parar en manos de otra persona. Entonces conocemos el nombre de ese Pedro Pérez que realizo dicha masacre, pero no conocemos el verdadero autor intelectual de este acto de barbarie. Es importante que la sociedad conozca quien le ordeno y pago a ese Pedro Pérez para la realización de dicha masacre que ocasiono ese desplazamiento. ¿Quién se benefició con ese desplazamiento?




    ¿Por qué los aquí presentes deben leer su libro? ¿Cuál es su mayor aporte?

    Deben leerlo porque es un libro pedagógico, serio, académico, sin apasionamiento, ni ideología alguna, que muestra en palabras sencillas y claras el significado de la Justicia Transicional, su importancia, la implementación de los acuerdos, y en el que se hace un análisis serio de la realidad colombiana con relación a la Justicia Transicional, a los acuerdos de paz, vislumbrando una luz de esperanza no solo por lo que hemos avanzado sino en la búsqueda de la reconstrucción de un nuevo país.

    En el libro se invita a todos los colombianos a que pensemos en la clase de país que queremos tener, vivir y sentir. Si es un país polarizado, repitiendo la misma historia de violencia, de inequidad, de atraso de algunas de sus regiones, o si nos ponemos la camiseta y llamamos a la unidad nacional, e impulsamos la carreta de la paz para alcanzar nuestro desarrollo, la identidad nacional que urge reconstruir, la gobernabilidad.

    ¿Usted cree que la paz no se consigue sin un acuerdo entre las élites?

    Debemos partir diciendo que cuando se habla de élites, se habla desde el punto de vista de la Ciencia Política, y en este sentido, la historia nos ha mostrado que la división de las élites políticas, sociales y económicas, ha traído al país violencia, miseria, desolación y atraso institucional.

    Acabamos de verlo con el plebiscito por la paz. Hubo una élite política y económica que no le interesaba que ganara el plebiscito por la paz, ni que se consoliden los acuerdos de paz, y mucho menos que se fortalezca los mismos en el actual momento del post-conflicto.

    El país está cansado de la debilidad del Estado y de sus instituciones que ha traído la corrupción, la inequidad social, la muerte de colombianos por desnutrición, sed, asesinato de líderes sociales, atraso en las regiones por carencia de servicios públicos, de fuentes de empleo, de servicios de salud, de educación, de seguridad, de justicia, etc.

    La sociedad civil es la nueva líder que reclama un mejor país, un mejor Estado, y que pide oxigenación en la clase política, pues los partidos políticos hace tiempo que perdieron credibilidad, pues no responden a las necesidades ni al sentimiento popular de una mejor calidad de vida, tampoco tienen disciplina, ni plataformas que llamen la atención a los jóvenes y a la sociedad en general.

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