Basta ya

MABEL LARA

@MabellorenaLara

El Pacífico es el norte, así titulé hace 5 años una columna que escribí para la Revista Semana donde manifestaba mi felicidad por el acuerdo de voluntades de los gobernadores de los departamentos Cauca, Valle del Cauca, Nariño y Chocó para la consolidación de la región pacífica colombiana; una idea que apareció en la década de los 80 cuando el Presidente Virgilio Barco visitó Corea del Sur y entendió que el futuro estaba en Asia.

La iniciativa pretendía desarrollar  la Concesión del Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, el Dragado del Puerto de Buenaventura, la Recuperación de la Cuenca del Río Dagua, el Gasoducto entre Yumbo y Popayán, el Corredor Vial de Popayán, el Anillo Vial del Macizo Colombiano, la intensificación  del desarrollo industrial, la búsqueda de un mayor desarrollo fluvial por los Ríos Atrato, San Juan y el Mar Pacífico, en otras palabras,  avanzar en sectores históricamente rezagados como el transporte, el desarrollo rural, la investigación e innovación, los servicios públicos y  la educación.  Esta idea marcaba un hito en la historia del país  ya que daba paso al primer proceso de integración  regional que mejoraría la calidad de vida de la población e impactaría positivamente en los indicadores sociales y económicos del territorio, una de las propuestas más ambiciosas de ordenamiento territorial en los últimos años en Colombia.

El Presidente Juan Manuel Santos aplaudió en su momento la iniciativa ¨El Pacífico es el mar del presente y el mar de las oportunidades comerciales¨ dijo ante un público emocionado que entendía las dimensiones de establecer una política de comunicación directa con el Asia pacífica y la maquinaria se puso a andar. Se abrieron, por ejemplo,  tres oficinas de Proexport en  ciudades como Seúl, Tokio y Shangai,  sumándose a las de Beijin, Nueva Delhi y Estambul. El ingreso a mercados como el de Perú y Chile y la espera de la firma de tratados de comercio con Japón o Corea del sur intentaban acrecentar  el  total de exportaciones que representa la cuenca del Pacífico para la nación.

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Sin embargo y pese al ambicioso proyecto la tarea no cuajó, o al menos no para el pueblo Bonaverense, para el Pacífico en general. No es injusto decir que mientras algunos  temas comerciales avanzaron, las gentes de la región continuaron en la más inhumana pobreza y desatención estatal como pasó y ha venido pasando por décadas.

Las poblaciones que colindan con el mar Pacífico siguen siendo hoy ¨los primos pobres¨ de la nación cuyos indicadores de cobertura en servicios públicos, agua potable e  infraestructura son los más rezagados del país, con una educación poco pertinente para las necesidades del entorno (comunidades indígenas y negras, campesinas y/o pescadores) y baja cobertura y calidad en salud.

Cinco años después del establecimiento del Acuerdo Pacífico de gobernadores y de la firma de la Alianza del Pacífico la región sigue esperando que se cumplan las promesas rotas, que el desarrollo y las cifras PIB de las que tanto hablan cuando se menciona la importancia comercial de la zona  también pase por sus casas palafiticas, sus calles maltrechas, sus hospitales derruidos, su espíritu ciudadano pisoteado.

Hasta cuándo, qué se requiere, cuándo por fin les van a cumplir. Hoy, como hace cinco años escribí,  el sueño de apertura hacia Asia debe liderarse con las gentes del pacífico colombiano es una exigencia, no es una solicitud.

Han pasado 30 años desde el sueño del expresidente Virgilio Barco, cinco desde el establecimiento del acuerdo de gobernadores del pacífico y la creación de la Alianza del Pacífico y el desarrollo aún no se ve en la región. Múltiples motivos tiene el pacífico para decir basta ya.  Basta ya de lo  abusos y el silencio cómplice de los colombianos, basta ya de la indiferencia, de las propuestas quebrantadas, basta ya,  como dice la poetisa del pacífico Mary Grueso  ¨de pueblos que se mueren de tristeza,  de anhelos insatisfechos escondiendo en las entrañas su dignidad maltrecha,  levantando  sus manos al transeúnte,  mientras a mí se me revienta el alma hasta  por los codos¨.