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    Arde el Amazonas pulmón del mundo

    ÁLVARO ORLANDO GRIJALBA GÓMEZ

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    Criminal tragedia universal, los incendios forestales de la Amazonía brasilera, nefasta consecuencia de las ambiciones económicas de algunas multinacionales secundadas por grupos económicos nacionales del mismo Brasil, que quieren apoderarse de las selvas para explotación minera, expansión agrícola y ganadera.

    Esa parece ser la causa de estos incendios, la mayoría provocados, que acaban con parte de ese 20% del oxígeno que produce la Amazonía para el mundo, y afectan esa inmensa fuente del equilibrio ecológico de toda América, especialmente en países vecinos como el nuestro, Bolivia, Perú y Paraguay, amenazada por las múltiples conflagraciones que perturban sin lugar a duda la salud y la vida planetaria.

    Estas conflagraciones por toda la Amazonía, deben mover al mundo entero, y antes que pensar en sanciones económicas o similares por lo que haya hecho o no el gobierno del Brasil y el señor Bolsonaro, debe pensarse en cómo se deben impulsar e implementar medidas y políticas inmediatas que convoquen a todos los países del mundo, para ayudar a detener este desastre y esta tragedia ambiental universal.

    En la reunión de emergencia del G7, (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) convocada para este fin de semana en Biarritz (Francia), se tratará este importantísimo tema sobre el que el presidente francés Emmanuel Macron expresó: “Nuestra casa está en llamas, los pulmones que producen el 20% del oxígeno de nuestro planeta, está en llamas, es una crisis internacional”.

    Más de quinientas comunidades indígenas están sufriendo y padeciendo esta catástrofe que destruye su hábitat y sus territorios ancestrales, al igual que las más de tres mil especies de animales, aves, mamíferos, reptiles, que allí viven y han sido víctimas de este desastre, presuntamente por la acción de manos criminales para deforestar y abrir espacios en la selva tropical amazónica, con el fin de instalar industrias mineras, hatos ganaderos y cultivos de soja y otros.




    Se indica que la mayor causa de la deforestación, el 80%, es la adaptación de las tierras de la selva, acudiendo a los criminales incendios, para el pastoreo de ganado, dado que una de las mayores industrias de la economía brasilera es la cárnica, y multinacionales y grandes empresas de este país están interesadas en ese gradual proceso de deforestación que viene sabanizando la Amazonía.

    Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil se han detectado en lo que va de este año, más de 76.620 incendios, casi el doble de los ocurridos el año pasado, dada entre las causas anotadas, la estación seca por esta época del año, cuando muchas personas irresponsablemente hacen quemas para mantener cultivos y muchas veces estas se propagan incontrolables, como las que hoy arrasan en gran parte el pulmón del planeta.

    La selva amazónica acoge a más del 10% de todas las especies de animales y plantas conocidas, almacenando aproximadamente 100.000 millones de toneladas de carbono, una cantidad superior diez veces más a la emitida cada año por el uso de combustibles fósiles.

    Al incendiarse las selvas estas pierden carbono en la medida que los árboles quemados se van secando, lo que estimula un mayor cambio climático y hay una gran pérdida de la biodiversidad.




    El mundo debe rodear a Brasil en estos momentos, como lo hicieron con Francia cuando se incendió la icónica Catedral de Notre Dame en París. No politizar esta tragedia universal sería lo primero.

    Ojalá de la reunión del G7, salgan políticas y propuestas efectivas para detener esta tragedia ambiental y no simples declaraciones para justificar ese importante encuentro de estas potencias económicas que deben comprometerse con el cambio climático, en la disminución del monóxido de carbono de sus grandes empresas, que día a día acrecientan el calentamiento global.

    Lo cierto es, que si en la Amazonía hay fuego, por acá en Colombia, en el Cauca y en Popayán, también estamos ardiendo por los múltiples incendios forestales que han consumido miles de hectáreas en departamentos como el nuestro, la Guajira, Cundinamarca, Tolima, Boyacá, Valle, Nariño, en la Costa Atlántica y otros, causando grandes pérdidas económicas, dada las altas temperaturas y manos criminales de pirómanos que los provocan, causando irreparables daños a nuestro sistema ecológico y ambiental.

    Cuando doy los últimos tecleos a mi computador para escribir esta columna, los cerros tutelares de nuestra ciudad arden implacablemente y el Benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Popayán, hace ingentes esfuerzos por extinguir las llamas. El olor a humo invade nuestra casa.

    ¡Protejamos nuestra naturaleza para dejarles a nuestros hijos un medio ambiente sano!