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    ¿Apoteosis a Popayán una apología al esclavismo?

    ÁLVARO JESÚS URBANO ROJAS

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    Ofende la inteligencia colectiva ignorar la historia para hacer un protagonismos impropio con visiones obtusas. No logro entender como una persona de meridiana inteligencia, insinué que el cuadro “Apoteosis a Popayán”, del arista Payanés Efraím Martínez, debe ser retirado de su pedestal de honor, obedeciendo al contexto del movimiento mundial anti esclavitud, lo anterior no deja de ser una necedad que linda con la insolencia con ribetes de profunda simpleza.

    Efraím Martínez Zambrano, es un artista de linaje mestizo, nieto de Pedro Pascasio Martínez, aquel niño soldado de doce años, que captura al general español José María Barreiro en el puente de Boyacá. Obra pictórica de gran palimpsesto, que plasma nuestra historia con todos sus perfiles antropomorfos, naturales y alegóricos, que enaltecen el devenir histórico de la ciudad de Popayán; composición estructurada y premeditada, que sintetiza el horizonte de Mundo hispánico que arribó al Valle de Pubenza, para forjar la raza criolla caucana, multiétnica y pluricultural que Martínez enseñorea atemperado en el espectáculo de lo preclaro.

    El maestro Efraím Martínez, en su encuadre pictográfico, no representa a los “indios”, como los “salvajes” de la antigüedad, sino como los “buenos salvajes” de la modernidad, reconocidos en su desnudez como seres naturales “inocentes”, que fueron “sometidos” por los europeos cristianos sin la connotación de los Bestiarios medievales como metáforas excluyentes y discriminantes. En la obra del pintor, les da el alcance de seres simbólicos y resalta sus creencias mágicas, fundamento de la “Invención del Nuevo Mundo” y de sus habitantes que forjan la raza colombiana, simbiosis de un mestizaje arraigado.

    La obra sintetiza en abstracto que las castas o linajes de “sangre pura” española, por los anhelos de libertad se fueron esfumando ante los hechos conspiradores, por parte del mestizaje criollo, discriminados por los peninsulares por linajes de sangre, con acentuada diferenciación de rango en la jerarquía social y política. También la obra destaca la lucha antiesclavistas de preclaros ciudadanos caucanos, se observa en el grupo del general José Hilario López, en traje militar y con la banda presidencial y a los gozosos esclavos a quienes les dio la libertad.

    En la parte central del desfile de la Apoteosis a Popayán, se detalla el origen de la nacionalidad colombiana y caucana: un colono español, en actitud triunfal, con el torso descubierto, que coge un hacha con su mano derecha y posa una de sus piernas sobre el tronco de un árbol que ha talado; un “negro” esclavizado con una batea para barequear el oro; un “indio” semidesnudo, que se inclina para levantar un fardo, y una pareja de aristocráticos criollos, vestidos a la usanza española. Todos ellos, en conjunto, representan el árbol de las castas o razas del “Viejo Mundo” que fue trasplantado al “Nuevo Mundo” para forjar nuestra nueva nacionalidad.

    Toda vía hay gente quejándose de los españoles y censura la historia de cuando en épocas de bárbaras naciones, los grandes imperios sometían a otros pueblos, lo hicieron los incas con los pueblos de Perú Bolivia y Ecuador. Los pubenenses sometían y esclavizaban a los yanaconas, por eso éstos se unieron a los españoles para destruirlos. Qué tal que las naciones antiguas del medio oriente, la india y Europa Medieval, se siguieran quejando de los romanos, los otomanos o de los vikingos o de los etruscos, o de las hordas árabes moras que los sometieron por más de 700 años.

    La ignorancia no puede motivar resentimiento. El origen de nuestra raza, que destaca la obra “Apoteosis a Popayán” es la glorificación de un mestizaje creativo y pujante que pese a nuestra vicisitudes sigue haciende un llamado a la unidad para transitar las rutas de la paz y el progreso en la construcción de la verdadera nacionalidad colombiana.

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