Antonio Nariño, entre lo residencial y lo comercial

En 1971 inició la historia de este reconocido barrio en el norte de la capital caucana.

  • Lotes de engorde en la zona.



En el año 1960, la familia Campo Santa Cruz le compró a la familia Mosquera un terreno que se convirtió en su finca de esparcimiento. 11 años después, el Ingeniero Jorge Campo Perdomo y su primo Pedro Campo, les propusieron a sus familiares, construir lo que hoy es el barrio Antonio Nariño, en honor al prócer de Colombia que tiene una estatua en la glorieta cercana.

En 1971, inició la historia de este reconocido sector de la capital caucana, según nos dijo el Ingeniero Civil Jorge Campo, durante la acostumbrada visita que hace El Nuevo Liberal a los barrios. Simultáneamente, el barrio crecía por iniciativa de la firma Pirro y Álvaro Hormaza Ferretería Argentina, pero en las carreras 10 y 9 entre calles 17A y 18; el señor Carlos Erazo también edificaba viviendas en la carrera 12 entre 17 y 18.

Los primos Campo, presentaron el proyecto al Banco Central Hipotecario (BCH) para poder construir 15 casas en lotes de 12 x 22 metros, en la manzana de la carreras 10 y 11 entre calles 17 y 18 norte, cada una se vendió en alrededor de 200 y hasta 280 mil pesos, según su ubicación. En 1975 terminó la construcción de las viviendas y después se financiaron los trabajos para redes de acueducto y alcantarillado.

En aquella época, este sector era netamente residencial pero desde hace unos 10 años ha tenido una transformación a comercial. Uno de los primeros negocios en establecerse fue una estación de gasolina, luego el supermercado Antonio Nariño, que pasó a llamarse ‘El Rebajón’, después Carulla y actualmente Olímpica.

“Arriendan casas para locales comerciales o entidades, entonces va cambiando el uso de suelo. Aquí, se establecieron más que todo, servicios en el área de la salud, al menos siete IPS”, afirma el Ingeniero Campo, quien además es miembro del Consejo de Patrimonio Departamental del Cauca.

Agrega que esta transformación del barrio ha traído consigo, cambios en la parte estructural de las viviendas y el alto número de vehículos que transitan las calles de Antonio Nariño, evidencia la falta de parqueaderos, deteriorando el pavimento y las redes internas son obsoletas. La carrera 9 se inunda, los antejardines han desaparecido y se han convertido en lugares donde los carros son estacionados, lo que deja sin andenes a los peatones, que se ven obligados a bajarse de las aceras, poniendo en riesgo sus vidas, más aún cuando hay varias personas de la tercera edad. “Las autoridades competentes como Tránsito y Planeación municipal no responden”, asegura Campo. Otra problemática que menciona el Ingeniero, es el establecimiento de las oficinas de Alcanos de Colombia, donde se parquean demasiadas motos y vehículos en pleno espacio público.

Campo Perdomo, ha sido un líder natural como fundador del barrio, desde 1973 hasta 2013, realizó la novena de aguinaldo y un gran árbol navideño, fue presidente de la junta de acción comunal que desapareció hace 10 años pues se cansó de la falta de colaboración de sus vecinos, sin embargo es un activista comunitario constante.

También relata que tuvo la intención que el municipio le comprara un lote del sector al Seguro Social, para construir el parque de los Presidentes pero luchó por 10 años cuando fue Concejal entre 1973 y 1984 para concretar el proyecto y nunca se logró, el lugar fue rellenado con escombros del terremoto de 1983.

Al lado existen locales que generan ruido en las noches y el eco no dejar dormir, sitios donde el municipio no exigió por escritura pública lo que desde 1954 se estipuló como vía lenta; asimismo, que la zona en la carrera 9 hasta la carrera 11, se convirtió en parqueadero sobre la vía lenta, incluso frente a entidades bancarias. “Se necesita una oficina seria de Planeación Municipal en Popayán, pero por falta de recursos no ha tenido estructuración”, afirma.

Este lote frente a la vía Panamericana es alquilado para que se instalen circos y la ‘Ciudad de Hierro’ cuando llegan a la ciudad, “generando inseguridad, porque vienen personas de todas partes, En épocas de verano, los sifones expelen olor a gasolina descompuesta”. Critica también que en el terreno proyectado para ampliar la pista del aeropuerto Guillermo León Valencia, se instalaron negocios, concluye Jorge Campo.

Un logro del trabajo comunitario reciente es que hasta hace dos años, grupos de jóvenes se estacionaban en las noches con sus vehículos en el sector de Catay y el edificio Antonio Nariño, para consumir bebidas embriagantes y estupefacientes, generando ruido, rompiendo la tranquilidad de los habitantes. Sin embargo, en asocio con la junta de acción comunal del barrio Santa Clara y la Policía, se logró superar esta situación.

Poco queda de residencial

También hablamos con otro de los pocos residentes que quedan en el sector, se trata de Jaime Vejarano, quien llegó al barrio Antonio Nariño hace 33 años, dice que del tranquilo barrio residencial poco queda. Expresa molestia porque el asadero de carnes que está a pocos metros de su casa “desentona con el sector, y la precaria chimenea esparce los olores y el hollín; algunos avisos artesanales afean el barrio, la falta de control de los dueños de mascotas que hacen sus necesidades en mi antejardín y el parqueo en los andenes, sin importar que los garajes estén en uso”.

En cuanto a la seguridad, el señor Vejarano no tiene queja, porque además de los patrullajes de la Policía Metropolitana, tienen servicio de vigilancia privada. “Se necesita liderazgo para conformar la junta de acción comunal, por ejemplo se instalaron las alarmas por seguridad, antes se reunía el vecindario, pero los miembros de la junta nos cansamos de la indiferencia de los vecinos”, expresa.

Otras problemáticas

*Un lote ubicado en la carrera 11N con calle 10 esquina está abandonado por lo que se llena de maleza y se convierte en guarida de roedores y otras plagas.

*Vecinos solicitan mayor control de la Policía porque los fines de semana deambulan varios menores de edad, violando el decreto que les prohíbe estar en las calles, después de las 11:00 de la noche.

*En algunos de los locales de IPS, se aglomeran muchas personas desde tempranas horas de la mañana, generando incomodidad entre los habitantes.