A las puertas del cielo

El defensa central caucano, Yerry Mina, es oficialmente el primer jugador colombiano en formar parte del Fútbol Club Barcelona, uno de los equipos más admirados del mundo. La historia de un hombre bueno.

Redacción Fin de Semana

@elnuevoliberal

Estos son los niños que dan sus primeros pininos en el fútbol en Guachené y hacen parte de la Fundación que Yerry tiene en el pueblo. Niños que como él, están soñando en estar en los mejores equipos del mundo. /Fotografía: Suministrada

Siempre que Yerry Mina habla agradece a Dios. No más firmó su millonario contrato con uno de los clubes deportivos más importantes del mundo, dijo que lo cumpliría con los pies en la tierra y los ojos en el cielo.

Seguramente siente que ha tocado el cielo con las manos. No es para menos, competirá en la liga española, la más importante del mundo y lo hará con el equipo azulgrana, ese con el que sueñan los “chamos” del barrio Jorge Eliecer Gaitán en Guachené cuando dan las primeras patadas a un balón.

Hasta ahora ese sueño había sido inalcanzable para todos. Yerry, en cambio, lo podrá contar. Cuando vuelva el próximo diciembre a la cancha del polideportivo de su barrio, tal como lo hizo hace algunos días, tratará de hacer lo que ayer no pudo en la presentación oficial: describir con palabras la emoción de estar en un sitio que se creía inalcanzable.

Las decenas de niños que todos los sábados se ponen la camiseta amarilla de la Fundación Yerry Mina lo mirarán absortos. Él les insistirá que todo se debe a la gracia de Dios y que con disciplina todo se puede. Ellos habrán estado pendientes de Yerry cada vez que el Barcelona salte a la cancha. Todos habrán deseado verlo levantar la orejona, reservada para los ganadores de la Liga de campeones de Europa, en Kiev el mismo día de la primera vuelta de la elección presidencial en Colombia. Todos concentrarán sus pensamientos en la Selección cuando Mina haga pareja con ese otro caucano convertido en oro que es Davinson Sánchez.

Las historias serán muchas, pero Yerry no es muy locuaz y seguramente preferirá convertirlas en canciones. Letras de salsa como la que le dedicó Pichi. ‘Caíste en la trampa’ habrá sonado decenas de veces en el vestuario culé “Caíste en la trampa rapapam pam, como a mí me gusta la nena rumbina; me la presentó el parcero Yerry Mina, me dijo dale música que es tremenda atrevida y me dijo, Pichi, que esa es una minina”




Los Mina González habrán pasado largas temporadas en Barcelona. Marianela, su madre, habrá ido con Juan José, el hermano menor que quiere seguir los pasos de Yerry y ya ha vestido la camiseta del equipo Villa del Norte de Popayán en el Pony Fútbol. Ellos, el tío y algunos primos estuvieron varias veces en Sao Paulo mientras el zaguero central se adueñaba del corazón de la afición del Palmeiras uno de los clubes más populares de Brasil, donde estuvo desde mayo de 2016. Todos lo acompañaron allá en los momentos duros de la lesión que le impidió jugar durante largos meses en el segundo semestre del año pasado.

Yerry, bautizado así porque Marianela era seguidora fanática de las aventuras del gato y el ratón que por los años 70s divertían a los niños antes de Netflix y la Tv por cable, salió de Guachené en 2012 para ir al Pasto, donde el técnico Flavio Torres lo ubicó de zaguero y lo hizo desistir de estar en una posición del medio campo. Ya José Eulises, su padre, un portero sin mucho éxito, que había jugado en el Deportivo Cali, casi que le había prohibido jugar bajo los tres palos. José Eulises que nos es gratuito el viejo adagio de que donde pisa el arquero nunca más crece el césped y quería otra historia para su hijo.

Convertido en adolescente Yerry había probado suerte en las canchas de El Limonar en Cali, a casi una hora de su vivienda, a donde iba a entrenar con las divisiones menores del equipo de su padre y del que son hinchas todos los Mina, pero allá no le vieron potencial por lo que su tío, Jair, consiguió llevarlo al Pasto y de ahí el saltó a Santa Fe.

Fue con los cardenales en Bogotá donde Mina logró descollar y convertirse en una figura del fútbol nacional, ahora elevado a la fama desde los más cerca del cielo que es la Liga española.

Con Santa Fe ganó la Copa Suramericana, marcó goles en la Copa Libertadores y estuvo cerca de ser campeón, pero todo eso era poco para lo que el destino, ayudado por su talento y disciplina, le tenía deparado: jugar al lado de Messi y tener la enorme responsabilidad de controlar a Cristiano Ronaldo en el próximo Derby que disputen el Madrid y el Barca en el Camp Nou.

Arley Mancilla, su tío político, y el profesor Aponzá confiaron desde siempre que ese muchacho flaco y alto, como un obelisco, como algunos le dicen, tenía la pasta para ser un grande del fútbol y por eso Yerry los recordó en sus primeras palabras en lo más alto del fútbol mundial. A ellos y a Flavio Torres. Están en la memoria de un hombre humilde y agradecido que dará lecciones de fútbol y calidad humana.




En el Camp Nou la colonia colombiana no podía dejar de pedirle a Yerry que hiciera muestra de su tradicional baile, de ese sabor que le corre por las venas y que cuando la selección Colombia marca o él hace su goles demuestra ante toda la afición. /Fotografías: Barcelona Fútbol Club

Los 1.95 de estatura lo convierten en el jugador más alto de la plantilla del Barcelona, supera por un centímetro a Gerard Piqué el otro central azulgrana que tiene a través de Shakira el corazón en Colombia.

Han pasado solo cinco años desde su debut como profesional en el estadio la Libertad de Pasto donde marcó su primer gol y estrenó el baile de la salsa que después hicieron famosos en la selección Colombia Pablo Armero y su banda.

El baile se ha perfeccionado, la condición física es hoy inmejorable, los fundamentos tácticos se multiplicarán por cientos entrenando en un club como Barcelona, pero la condición humana de Yerry Mina seguirá intacta, será el hombre bueno que está listo a ayudar a centenares de niños y niñas que como él, en Guachené, tejen a diario sueños y espera que a otros también se les hagan realidad por eso pidió: ¡Que se fijen más en Guachené que allá hay mucho talento!